No existe otra manera de aprender que no sea mediante ensayo y error, y pensar que somos mejores cuanto menos nos equivocamos es, como poco, un planteamiento absurdo.
Acumulamos creencias e introyectos que nos dicen: “El que falla es menos valioso como persona”.
Nos embargan pensamientos irracionales que nos hacen sufrir cuando algo nos sale mal, consiguiendo con ello que abandonemos nuestros objetivos, nuestros proyectos, nuestras ilusiones. Y…, ahí viene la trampita de nuevo, quedamos a salvo de un nuevo fallo que pueda tambalear nuestra autoestima.
El miedo a equivocarnos solo podremos conquistarlo si experimentamos y somos capaces de aprender de los errores.
A veces son convertimos en verdaderas sufridoras ante el más mínimo fallo. Somos perfeccionistas, intolerantes a la frustración, nos volvemos tan autoexigentes que nuestro diálogo interno se convierte en el crítico más feroz.
Si no te permites equivocarte, nunca serás una persona libre. Si tomas cada error como fracaso personal, nunca sentirás que estás a la altura, que eres digno, digna. Te estás privando de experimentar, de salir de tu zona de confort y saltar al abismo.
El error es parte del camino. Cometer errores es el paso previo al aprendizaje. Fallar nos enseña sobre nosotras y sobre el mundo, nos ayuda a clarificar quienes somos, lo que deseamos y lo que no. Nos muestra qué acciones nos llevan a la felicidad y cuales a la frustración.
Nuestro valor personal no tiene que ver con nuestro desempeño, lo que tenemos o conseguimos. El éxito NO es necesario si creemos en ese pensamiento de forma madura y razonable, el problema aparece cuando no actuamos por miedo al fracaso.
Te muestro algunos tips para tomar los errores como aliados y no como enemigos:
La vida es como una cámara fotográfica, enfócate en lo importante. Captura los buenos momentos, saca de lo negativo un aprendizaje revelado y si el resultado no es el que deseabas, intenta una nueva toma.
Todo pasa. Todo cambia. Nada es permanente.
Para saber más....https://youtu.be/HcMAU3coLzM