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Sábado, 19 Marzo 2022 09:38

¿POR QUÉ NOS CUESTA DECIR QUE NO?

Entre otras cosas, porque nos cuesta priorizar nuestras necesidades por delante de las de los demás.

Tengo que decir siempre “SI” y pedir lo menos posible para que no me digan “NO”.

Los juicios que bloquean esa incapacidad son:

. Hay que ser servicial y hacer lo que los demás esperan de nosotros/as.

. Si digo que no, no me van a querer, no me van a valorar.

Pero, ¿qué estoy buscando en el fondo? Pues seguramente…

. Aprecio.

. Aceptación.

. Reconocimiento.

Aquí van algunos tips para poder decir que no sin sentirnos culpables:

Reflexiona y…

. Date cuenta de que no puedes hacerlo todo, es imposible.

. Repítete que no eres egoísta por decir que no.

. Entiende que no puedes complacer a todo el mundo.

. Piensa en todo a lo que dices “si” cuando dices “no”.

Razona y pon acción en…

. Hablar con calma y sin alterar la voz.

. Tener un lenguaje corporal firme.

. No te disculpes.

. Explica por qué no puedes hacer eso que te piden (sin muchos rodeos).

. Ofrece una alternativa.

Si siempre decimos que sí, seguramente estamos actuando desde el miedo, creemos que somos personas honestas y auténticas, cuando en realidad es al contrario.

Y sobre todo, asumamos de una vez que, no todo el mundo nos va a querer.

Para saber más, puedes ver el video en el siguiente enlace:

https://youtu.be/IXtOz4iw0Y8

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Viernes, 18 Febrero 2022 09:25

LOS JUICIOS Y LAS TRAMPITAS MENTALES

Pero, ¿qué son los juicios? Pues lo primero que me viene es que son filtros que tamizan las experiencias que vivimos llegando a distorsionarlas. Esto nos lleva a etiquetar la situación o la persona implicada impidiéndonos percibir la realidad sin nuestros propios condicionamientos.

Se dice que nuestro cerebro recibe y procesa veinte millones de estímulos por segundo y tan solo cuarenta, si 40, son procesados a nivel consciente. Podríamos decir que esta, es la primera trampa de la mente.

A nivel inconsciente, creamos juicios automáticos y estos, casi siempre, suelen ser negativos para nosotros o las personas de nuestro alrededor.

Un dato a tener en cuenta es que la mente consciente puede operar en el presente, en el pasado y en el futuro, sin embargo la inconsciente va a lo suyo y solo puede operar en el momento presente, ¡ya!, ¡ahora!

Sabiendo esto, ¿qué podemos hacer? Pues lo primero sería invitar a esa mente consciente, con su capacidad de ir para allá y para acá, a estar en el presente, en el aquí y ahora, ¿os suena? Esto nos permitiría tomar distancia de los juicios, sobre todo de los que crea nuestra mente inconsciente, ampliando nuestro campo de visión y permitiéndonos soltar etiquetas y quitar fuerza a los pensamientos rumitativos que nos amargan la vida.

Estar en el NO-juicio no es fácil, seamos realistas, pero, ¿qué sería? Pues podemos decir que es distinguir la realidad de nuestras reacciones automáticas ante lo que sucede. Es no dejarnos llevar por viejos automatismos. Es poner atención a la experiencia sin atraparnos en nuestras propias ideas, opiniones o gustos.

No hay recetas, evidente, pero, qué tal si empezamos por:

. Nos comprometemos con la observación de cada experiencia en su totalidad, no nos implicamos ni nos identificamos con ella. Dejamos de evaluar nuestros pensamientos y emociones como “bueno” o “malo”. Consideramos que un pensamiento o emoción pueden ser solo eso.

. Además, evitamos categorizar, etiquetar, comparar. Se dice que las comparaciones son odiosas, yo digo que son miedosas.

. Practicamos la comprensión. Y yo añadiría, la compasión. Cultivar la compasión es reconocer mis imperfecciones, mi fragilidad.

. Tomamos conciencia de nuestra falibilidad. Nos detenemos antes de juzgar, comprendemos la situación y las motivaciones y cambiamos nuestra perspectiva: Humanidad compartida.

. Somos conscientes del poder de las palabras. Excluimos y evitamos términos negativos.

. Nos damos cuenta de los juicios que emito y nos preguntamos, ¿para qué?

En definitiva podemos decir que los juicios son ruidos mentales tóxicos y, además, equivocados. Son acciones que provocan sufrimiento y que muchas veces se relacionan con nuestras propias expresiones trágicas de necesidades insatisfechas, proyectándolas en los demás.

Si os apetece saber algo más sobre esto de los juicios y no-juicios, aquí os dejo el enlace del programa “Aprendiendo a vivir” donde tuve la ocasión de debatir con una serie de expertos sobre este, muchas veces, controvertido tema.

https://youtu.be/gH5vKcOwF74

 

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Viernes, 26 Noviembre 2021 09:25

CÓMO DESARROLLAR NUESTRAS FORTALEZAS EMOCIONALES

¿De qué hablamos cuando hablamos de fortaleza emocional? Pues se trata de ese conjunto de recursos que nos ayuda a afrontar situaciones adversas o difíciles de gestionar.

Más tarde o más temprano, la vida nos va a presentar conflictos, pérdidas o decepciones a las que tendremos que enfrentarnos. En estos momentos, disponer o no de esas fortalezas será crucial para salir airosa y fortalecida. Así, la gran noticia es que todas y todos tenemos capacidad para desarrollar y potenciar esa fortaleza interior que nos permite ser justamente lo que deseamos.

Cuando desarrollamos ese tipo de fortaleza, también desarrollamos nuestra capacidad de mantenernos en calma, de mirar las situaciones con perspectiva y de tomar acción hacia el cambio que queremos.

Somos capaces de aceptar la dificultad como parte del camino a recorrer. Reconocemos nuestros recursos y sabemos cómo y cuándo ponerlos en práctica.

Todos y todas podemos cambiar esos viejos patrones que a veces nos paralizan. Se trata de trabajar en nosotras mismas, tomando conciencia de que aquello que antes veíamos como un muro infranqueable, quizás sea posible.

Podemos caer en el derrotismo pensando que eso que nos pasa es algo dramático y que no podemos hacer nada ante eso que acontece, que somos desgraciados y que “todo nos pasa a nosotros”. De esto modo, le estamos dado poder al miedo. Ya sabemos que el miedo nos paraliza, hace que perdamos el control, nos desconcierta. Desde ahí solo podremos actuar de forma impulsiva y con unos resultados, seguramente, poco satisfactorios para nosotros.

Sin embargo, si decidimos parar, respirar, centrarnos y mirar la situación con perspectiva, podemos mandar un mensaje a nuestro cerebro completamente distinto y a través de nuestros pensamientos decir: si puedo, esto también pasará.

Con este mensaje nos llegarán sentimientos de seguridad, de confianza, de que sí somos capaces de gestionar esto que nos está pasando de la mejor manera.

Tener una buena autoestima es la base para desarrollar nuestras fortalezas emocionales. Es preciso alejarse de toda culpa y centrarnos en la confianza, la autocompasión, la indulgencia y el amor incondicional hacia uno mismo.

Se trata pues, de cambiar los patrones en los que hemos basado nuestra forma de relacionarnos en y con el mundo, detectando a tiempo nuestros pensamientos negativos y sustituyéndolos por aquellos que nos recuerden todo lo que somos capaces de hacer.

Cuanto más ejercitamos este tipo de pensamientos más fácil resulta repetirlos en el futuro. Así llegará un momento en que nuestro cerebro hará que esas cogniciones se vuelvan automáticas y acudan a nuestro rescate cada vez que lo necesitemos.

Algunos tips para desarrollar nuestras fortalezas emocionales y que nos permitan crear nuevos patrones de relación son:

.- Reconoce tus emociones. Aprende a sentirlas, cómo y dónde. Ponerle nombre a lo que nos pasa es el primer paso.

.- Aléjate de todo juicio. Para qué estoy pensado eso de esa persona. Para qué permito que me afecte lo que el otro dice de mí.

.- Cambia la historia que te cuentas. Cambia los “y si” por pensamientos más reales que tengan que ver con lo que de verdad estás viviendo, aquí y ahora.

.- Desapégate del resultado. Fija pequeñas metas y valora poco a poco tus logros. Si algo no sale bien, eso también vale.

.- Céntrate en lo que sí tienes. Todos tenemos fortalezas aunque a veces tendemos a centrarnos en las debilidades. Piensa, ¿en qué soy bueno, soy buena?

.- Practica la meditación. Meditar nos ayuda a mantener nuestra mente en calma y nos proporciona paz interior.

.- Sé una persona compasiva. Trata y trátate con respeto, amabilidad e indulgencia.

.- En definitiva, para mí, estos son los principales pilares para desarrollar nuestras fortalezas emocionales:

-La aceptación.

-El no juicio.

-El desapego.

 

 

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Viernes, 29 Enero 2021 08:52

CONSTRUIR LA FELICIDAD

 

Cuentan que un caminante llegó a un cementerio a las afueras de un pueblo. La puerta de bronce del cementerio estaba abierta, así que decidió entrar y dar una vuelta para conocerlo. El sitio era hermoso, lleno de flores y jardines bien cuidados.

Cuando se acercó a la primera tumba, la lápida tenía grabado el siguiente mensaje: «Abdul Tareg vivió ocho años, seis meses, cinco semanas y tres días». La persona se entristeció, pues pensó en la tragedia que la familia tuvo que haber pasado al perder un niño tan pequeño.

Luego se acercó a la siguiente tumba y leyó: «Yamir Kalib vivió cinco años, ocho meses, tres semanas y un día». Pensó: «¿Otro niño?». No podía comprenderlo. A continuación dio una mirada rápida a todo el cementerio y descubrió que todas las tumbas tenían grabadas edades que no pasaban de los 12 años. La persona estaba golpeada emocionalmente.

¿Qué tipo de desastre tenía que haber pasado en este pueblo para que murieran tantos niños? ¿Qué tipo de maldición tenía? ¿Valía la pena visitarlo? El guardián del cementerio, acostumbrado a las reacciones de los forasteros ante las tumbas, se le acercó y le aclaró: «En nuestro pueblo tenemos una costumbre: a los 15 años todo joven recibe de sus padres una libreta para apuntar todos los momentos en que realmente fue feliz. Al morir, se suman los momentos de la libreta en que la persona fue feliz y se inscriben en la lápida. Aquí creemos que el verdadero tiempo vivido es el tiempo en que fuimos felices»”.

La FELICIDAD significa, vivir en la esencia, siendo yo misma el cambio que quiero en el mundo. Desde que nacemos, estamos alejándonos de esa semilla que fuimos.

Lo que define ese yo verdadero, nuestra auténtica naturaleza, es: la AUTENTICIDAD, el DESAPEGO, el CORAJE, la INOCENCIA y el AMOR INCONDICIONAL.

Si nos exigimos ser felices y creemos que nada de lo que hacemos nos lleva a esa felicidad, nos frustramos, entramos en un estado de carencia, de ansiedad, dejamos de fluir y estar en el presente. Iniciamos una lucha encarnizada, contra no se sabe muy bien quién ni qué, que nos lleva al sufrimiento.

¿Nos paramos alguna vez a pensar en cuales son de verdad nuestra necesidades?

Seguramente no. Si lo hiciéramos veríamos que necesitamos menos de lo que pensamos. La cuestión, a veces, es que confundimos necesidades con deseos.

No está de más recordar, así al menos lo creo yo, que la felicidad está dentro de nosotros, de nosotras. Como se dice desde el budismo, es un estado de paz, de serenidad y de tranquilidad.

Significa vivir desde la excelencia y no desde la exigencia que nos lleva a priorizar los momentos de placer que suelen ser efímeros y tienen que ver con el tener.

Sin embargo, cuando somos capaces de centrarnos en el SER, confiamos en la vida, confiamos en los demás y en nosotros mismos, en nosotras mismas. Nos convertimos en personas compasivas capaces de aceptar lo que nos pasa, lo que acontece. Mi paz, mi tranquilidad, mi felicidad, no las pongo en manos de acontecimientos externos.

Cuando acepto lo que ocurre -no significa que me guste- me convierto en el dueño, en la dueña de mi vida, me siento capaz de superar los obstáculos y encontrar la felicidad en el camino de lo aprendido.



VEO MIS...



Piedritas en la ventana

De vez en cuando la alegría tira piedritas contra mi ventana.
Quiere avisarme que está ahí esperando, pero me siento calmo casi diría ecuánime.
Voy a guardar la angustia en un escondite y luego a tenderme cara al techo, que es una posición gallarda y cómoda para filtrar noticias y creerlas.
Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas ni cuándo mi historia va a ser computada, quién sabe qué consejos voy a inventar aún y qué atajo hallaré para no seguirlos.
Está bien no jugaré al desahucio, no tatuaré el recuerdo con olvidos, mucho queda por decir y callar y también quedan uvas para llenar la boca.
Está bien me doy por persuadido que la alegría no tire más piedritas, abriré la ventana, abriré la ventana” - Mario Benedetti -

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Martes, 15 Diciembre 2020 10:15

SESIONES PERSONALES PARA DESPEDIR 2020

He abierto un cupo para aquellas personas que sientan la NECESIDAD y/o el DESEO de ser ACOMPAÑADAS en este extraño final de año e iniciar el próximo adaptándose a los cambios que estamos viviendo en esta nueva realidad; aceptando lo que nos está tocando vivir.

Mis SESIONES PERSONALES tendrán un DESCUENTO del 20% hasta el 10 de enero de 2021 para quienes inicien un nuevo proceso .

Las sesiones podrán ser PRESENCIALES en mi consulta de Sevilla, con todas las medidas de seguridad, u ONLINE.

En mis PROCESOS DE ACOMPAÑAMIENTO parto de un método propio que he dado en denominar, PEDAGOGÍA DEL SER. Utilizo el COACHING como base, implementado con herramientas de Programación Neurolingüística -PNL-, técnicas de GESTALT y principios basados en la NEUROEMOCIÓN.

Si te interesa, puedes contactar conmigo y te daré la información que precises. 

 

“Es preciso estar siempre a la altura del azar” -Nietzsche-

Ángeles Fernández Romero
#AcompañandoAPersonas
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687462186

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Viernes, 04 Diciembre 2020 08:15

LAS CORAZAS

 

 

Quizás las corazas puedan ser el símbolo de las personas que han -que hemos- sufrido en exceso. quizás sea la protección que muchos eligen para detener ese sufrimiento, para impedir romperse nuevamente.

Suele ser una de las muchas estrategias que los seres humanos utilizamos para sobrevivir en lugar de vivir.

Buscamos seguridad amparándonos en el miedo. Un miedo que nos paraliza, nos anestesia, no nos deja avanzar. Sentimos que nos cansa la vida y lo único que queremos es protegernos detrás de ese muro donde nada ni nadie, al menos de momento, pueda herirnos.

 

Nos cuesta aceptar que vivir es afrontar riesgos, que no todo va a pasar como deseamos o habíamos planeado, que el dolor y el sufrimiento pueden llegar en cualquier momento y nos pondrá a prueba.

Todo, la felicidad y el sufrimiento, forman parte de nuestro recorrido por el mundo. Seguramente nadie es inmune a ninguno de los dos estados. Por tanto, acojamos a ambos como parte de nosotros.

Desde luego, gestionar los golpes es algo personal e intransferible. Nadie siente mi dolor, es imposible. Mi sufrimiento, mi herida, es mía y de nadie más. ¿Cómo va a ser de otro modo?

Añadimos a todo esto que, no todos tenemos los mismos recursos, los mismos apoyos ni somos capaces de diseñar estrategias que nos ayuden a paliar, a transitar el dolor sin salir heridos de muerte.

En cualquier caso, afrontemos el sufrimiento de una u otra forma, siempre nos genera secuelas físicas y emocionales. Elimina en nosotros cualquier ápice de motivación, nos agota, nos desgasta, nos chupa la energía. El sufrimiento es algo orgánico, con él disminuye la segregación de serotonina y aumenta el cortisol.

 

EL PARA QUÉ DE LAS CORAZAS...

 

Sin duda, tu coraza te protege de la persona que quiere destruirte. Pero si no la dejas caer, te aislará también de la única que puede amarte”.

-Richard Bach-



Todos tenemos nuestro escudo personal para blindarnos ante el dolor, para “salvarnos”, aunque a veces no sepamos ni de qué, ni de quien. Creemos que tenemos que hacernos fuertes ante posibles amenazas, así, seguramente, lo hemos aprendido. Necesitamos protegernos.

¿Dónde está el problema? Pues que muchas veces nos “olvidamos” de destruir, de deshacernos de esas corazas que en un momento dado quizás nos sirvieron pero que justo en este instante provocan en nosotros el efecto contrario. Estamos dejando que tomen el control de nuestra vida y las convertimos en el filtro a través del cual vemos la realidad. Son muros que nos aislan del sufrimiento, pero también del amor y de cualquier experiencia vital: ¡No siento para no sufrir!

Podemos llegar a autosabotearnos, a boicotearnos, a bloquearnos emocionalmente, anclados en esa creencia de que aquello que me sirvió en un momento dado, me va a servir el resto de mi vida. Así, la coraza se conviete en trampa disfrazada de protección.

Muchas personas tienen tanto miedo a ser heridas que, de forma inconsciente, escondiéndose tras la coraza que supuestamente les protege, lo que hacen es alejarse de toda fuente de amor.

Deshacernos, derrumbar las corazas no es fácil, hay que hacerlo poco a poco, y sobre todo es imprescindible para ello disponer de una buena dosis de amor (autoamor), un buen pellizco de comprensión, armarnos de paciencia y aceptación durante el camino.

No hay recetas mágicas, se trata de tomar conciencia, de conectarnos con nosotros mismos, con nuestro presente, con lo que de verdad ahora, en este preciso instante quiero, y qué me estoy perdiendo.

Este es el trabajo, de eso se trata, de hacernos responsables, de liberarnos de todo atisbo de culpa, de tratarnos bien, porque evitar el sufrimiento a corto plazo puede parecer sencillo e incluso placentero, pero quizás a la larga genere más dolor.

La vida no siempre es fácil, pero (y) todo lo que nos pasa son capítulos que debemos integrar en la historia de nuestra vida. Dejemos de vivir a la defensiva.

Como dice B. Vilaseca: “Vivir sin coraza implica aceptar y sentir la propia vulnerabilidad. Esta es la auténtica fortaleza”.

¡SALUD!

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Viernes, 13 Noviembre 2020 07:40

EL OLOR DE LAS PEONÍAS

Como las peonías, la soledad tiene más de mil variedades. PEONÍA, etimológicamente, viene de Peán, el socorredor, el sanador. Sanación, igual que la SOLEDAD cuando es elegida, porque nos conecta con nuestro SER, con nuestra consciencia, con nuestros anhelos y nuestros deseos, con nuestras pérdidas y con nuestros recuerdos.

Hoy más que nunca, retomo y rehago mi relato sobre la soledad. Tiene mala prensa, no es preciso recordarlo, sin embargo siempre he pensado que pasar tiempo solos, solas, nos ayuda a mejorar la relación más importante de nuestras vidas, la relación con nosotros mismos.

Decía Sartre que, “Si te sientes en soledad cuando estás solo, estás en mala compañía”.

La soledad nos permite disfrutar del placer del silencio. El placer de sentir nuestra individualidad. El placer de sentir-nos.

Para muchas personas, la soledad puede ser un gran desafío, no saben cómo afrontarla, no se sienten preparados para ello.

Este sentimiento tiene que ver con lo social y también con lo emocional. Es un sentimiento interno más que un estado concreto, por eso puede aparecer en momentos en los que estamos rodeados de mucha gente.

Es parte de nuestra vida y cada uno de nosotros vivimos este sentimiento dependiendo de nuestra historia personal, que es única y diferente. Entonces, ¿De dónde viene ese miedo a la soledad?, pues principalmente viene del miedo al abandono, a ser rechazado, a no se merecedor del amor o el reconocimiento que otros me ofrecen.

Conectamos con el DESAMPARO, nos sentimos DESPROTEGIDOS, no tenemos satisfechas nuestras NECESIDADES y sentimos MIEDO, INSEGURIDAD, TRISTEZA y ANGUSTIA, ¿os suena?, ¿qué queremos hacer en estos tiempos donde la soledad es el principal mandato para frenar la pandemia?

Aprendamos a estar solos sin sufrir....

  • Hagamos acciones a lo largo del día que relacione soledad con bienestar. Conecta con tus gustos, con tu verdadera motivación, descubre lo que de verdad tiene sentido para ti.

  • Seamos creativos. Cuando estamos solos conectamos con lo más auténtico de nosotros mismos. Aprovechemos estos tiempos para encontrar esos recursos que seguramente no sabíamos o habíamos olvidado que teníamos.

  • Aceptemos. Solo si aceptamos que este es el momento que nos está tocando vivir, con nuestros miedos y nuestras incertidumbres, podremos salir reforzados y podremos volver a relacionarnos de una forma sana con los demás.

  • Permitámonos sentir nuestras emociones. Quizás descubramos qué es lo que estábamos evitando en el pasado huyendo de la soledad.

  • Hagamos un ejercicio de desapego. Tal vez la soledad, esta soledad, nos está abriendo la posibilidad desconectarnos con aquello que nos estaba perturbando.

  • Si abrazamos la soledad como parte de nosotros, aprenderemos a relacionarnos con los demás de una forma más libre.

Acojamos la soledad, nuestra soledad. Como la peonía, flor solitaria, la soledad es símbolo de armonía. Como la peonía, que desaparece en invierno y aparece en primavera, tan simple y tan bella, tan perfumada, tan curativa. Belleza capaz de atemperar cualquier desafío.

SALUD!

Todo el pasado se quiere apoderar de mí
y yo me quiero apoderar del futuro,
me dislocan la cabeza para que mire atrás
y yo quiero mirar adelante.

No me asustan la soledad y el silencio,
son los lugares preferidos de Dios
para manifestarse”

-Gloria Fuertes-

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Viernes, 30 Octubre 2020 08:01

DOLOR Y DUELO

Hace tiempo que me autorregalo libros. No libros cualquiera. Libros a los que yo llamo bonitos. Por la razón que sea, este es el término que me gusta utilizar. Pueden ser libros con preciosas ilustraciones o simplemente pequeños libros de bolsillo, de pobre encuadernación pero que llevan en su interior aquello que me hace estremecer, me emociona, me pone la piel de gallina, me hace reir como una niña, me hace llorar como una niña.

Así descubrí la edición de “El año del pensamiento mágico”, el precioso libro de Joan Didion, ilustrado por Paula Bonet.

Este lo tenía todo. Era de los bonitos, bonitos. En forma y fondo. Me lo autorregalé en mayo de 2019 e inmediatamente lo abrí con la intención de meterle mano a esa historia que ya sabía yo que no me iba a ser fácil, pero que seguro podría, ¿cómo no iba a poder?

Lo he seguido intentando en más ocasiones desde entonces y en cada ocasión lo he abandonado. No lo he llevado lejos, siempre se ha quedado en mi mesilla, donde monto altarcitos con infinidad de recuerdos que me llevan a donde SIEMPRE me gustaría estar.

Parece que es el momento, cuando el dolor de la pérdida se empieza a transformar en apertura de corazón. Cuando empiezo a desarticular mi sufrimiento. Cuando ya casi tengo claro que hice lo único que podía, que no pudo ser de otra manera. Comparto lo que supone perder a alguien a quien amas. Me sumerjo en sus páginas. Y de nuevo, ese “Blues funerario” de W.H. Auden...

 

Parad todos los relojes y desconectar el teléfono,

dadle un hueso al perro para que no ladre,

haced callar a los pianos y entre tambores con sordina

sacad el ataúd y llamad a las plañideras”

 

En torno a estos días honramos a nuestros difuntos. Nos reunimos de una u otra manera para reconocer, celebrar y agradecer la vida que compartimos con nuestros seres queridos. Encendemos velas o ponemos flores de cempasúchil para, de forma simbólica, iluminar el camino que nos une a ellos.

He aprendido la importancia de los rituales y he entendido que estos son los que nos ayudan, a mi me ayudan, a ver de una forma distinta, a mostrarnos, a hacernos persona resilientes. A través del ritual nos sentimos presentes.

Hace poco aprendí que los RITUALES, para las personas que nos quedamos, ayudan en tres momentos cruciales del DUELO. Al inicio cuando se produce la “separación” del ser que se ha ido, pero también de la tribu a la que ambos pertenecíamos y que ya no nos ve como la persona que antes éramos. En el “umbral” cuando vamos dejando una etapa pero aún no hemos conseguido llegar a la siguiente. Y finalmente en la “reincorporación” cuando vamos asumiendo una nueva identidad demostrando nuestra sabiduría y lo que hemos aprendido por el camino.

Que el tiempo lo cura todo no es verdad. El TIEMPO no cura nada. Quizás, aminore nuestro DOLOR, pero no lo cura. Para eso, como dice J. Garriga, debemos hacer un proceso emocional activo e intenso, que sea capaz de abrir la puerta a todos los sentimientos que nos lleguen y nos lleve a esa etapa de “reincorporación”, de vuelta plena a la vida. No hay más remedio, debemos soltar, como los árboles sueltan sus hojas en otoño, agradeciendo y abriéndonos a lo que está por venir.

Esta vez no hay tips, no hay consejos. Cada uno de nosotros, de nosotras, vivimos nuestras pérdidas de forma personal. Nuestro dolor es único e intransferible. No hay pérdidas pequeñas ni grandes. Sin embargo, me gustaría recoger “Los diez si” y “Los diez no” que expone J. Bucay en su obra “El camino de las lágrimas”.

 

LOS “SI”

 

  • Permiso. Permítete sentirte mal, necesitada o vulnerable.

  • Confianza. Confía en tus recursos.

  • Nuevos ojos y nuevas puertas.

  • Aceptación. Hablar de tu pérdida puede ayudarte.

  • Conexión con la vida. Es necesario soltar el pasado.

  • Gratitud. Valora las cosas buenas que te sigue ofreciendo la vida.

  • Las 3 D: descansa, disfruta y (inténtalo) diviértete.

  • Aprendizaje. Hacer un proceso de duelo significa aprender a vivir sin alguien, de una forma diferente.

  • Definiciones. Después de la muerte va a pasar lo que cada uno creamos que va a pasar. Y todo está bien.

  • Compartir lo aprendido. Hablar de tu experiencia puede serles útil a otras personas.

 

LOS “NO”

 

  • Esconderse. No cierres tu corazón al dolor.

  • Descuido. Pon atención a tu cuerpo, aliméntate bien, y si es necesario, pide ayuda.

  • No te apures. No puedes llorar hoy lo de mañana, ni seguir llorando lo de ayer.

  • No pidas imposibles. Esa persona no va a regresar. Si pides (a Dios, al Universo, a quien sea), que sea que te ayude a aceptar tu nueva realidad.

  • Autoexigencia. No te maltrates. Se paciente contigo misma, no importa que los demás digan que “ya va siendo hora de dejar de llorar”.

  • Miedo a volverse loco/a. La tristeza, la culpa, la confusión e incluso el deseo de morir, son reacciones habituales después de una pérdida importante.

  • Perder la paciencia. No seamos exigentes con los demás pero tampoco te ocupes de complacerlos. Apártate si es necesario y busca a quienes te permitan desahogarte.

  • Autosuficiencia. No dejes de pedir ayuda.

  • No tomes decisiones importantes.

  • El olvido. No intentes olvidar lo que pasó. Permítete hacer un proceso amoroso donde la persona que se fue ocupe un lugar hermoso en tu corazón.

 

Desde mi experiencia, desde mi SER, me propongo, acompañar a quienes transitan un duelo, ayudando a ampliar la mirada en torno a la pérdida. Reconociendo que el miedo a la muerte, a la pérdida de ese ser querido es fuente de sufrimiento. El trabajo, sin embargo, es pasar de ese sufrimiento al dolor, alejándonos de culpa y aprendiendo a DEJAR IR, a SOLTAR, a ACEPTAR.

 

 

El pesar oculto, como un horno cerrado,

quema el corazón hasta reducirlo a cenizas”

- W. Shakespeare -

 

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Viernes, 23 Octubre 2020 07:11

PERDÓN Y OLVIDO

¿Cuántas veces habéis dicho la frase, “perdono pero no olvido”? Seguramente muchas. Yo creo haberla dicho en algún momento. La pregunta es, ¿se puede perdonar sin olvidar?

Duele, duele muchísimo, sentirse herido por alguien. Provoca en nosotros, en nosotras, emociones entre la ira, la rabia y el desamparo. Duele, duele incluso físicamente.

Sin embargo, esta es la buena noticia, el PERDÓN es uno de los mejores ejercicios terapéuticos que podemos hacer.

Puede ser un acto difícil, pero os aseguro que nos libera. Nos ayuda a liberarnos de todas esas emociones no deseadas que antes decíamos -ira, rabia, desamparo- La mejor forma de cerrar las heridas es dar y recibir perdón. Es liberarnos de esas creencias que nos producen dolor. Es liberarnos de CULPA.

El perdón, como dice J. Lomar, es “el puente entre tu mente en conflicto y tu mente en paz”.

Perdonar NO es MINIMIZAR lo que sucedió, ni mucho menos, no es que de pronto todo esté solucionado. Perdonar es un verdadero acto de generosidad, generosidad hacia uno, hacia una misma. ¡He aquí la magia!

No se trata de cambiar al otro, ni olvidar lo sucedido sin más. Se trata de transformar el enfado y el dolor, en comprensión y aceptación.

Cuando de pequeñas nuestra madre nos decía: “pide perdón”, seguro que lo vivíamos como una obligación, algo que nos obligaban a hacer en contra de nuestra voluntad. Sin embargo, el perdón es un derecho, es mi derecho a no sentirme resentida, a no odiar, a no cargar con el dolor que me provocó aquello que pasó.

Pero (y) PERDONAR es OLVIDAR. Si no olvidamos, si guardamos todos los agravios que nos han hecho a lo largo de la vida, ¿Dónde me sitúo?, seguramente en el rencor, alimentando creencias y pensamientos destructivos que nos impiden estar en PAZ.

Perdonar y no olvidar es perdonar a medias. El olvido no se produce de la noche a la mañana, necesita tiempo y acción que te ayude a seguir adelante dejando atrás aquello que te hirió y te ancla al pasado.

Pero, sabemos, de verdad, qué es perdonar...

Para ejercer el verdadero perdón, alejándonos de todo sufrimiento, de todo sacrificio, estos son mis tips: 

  • Expresa, exprésate, lo que sientes. 

  • Acepta tu responsabilidad en aquello que pasó. Sin culpa. 

  • Aléjate de los pensamientos negativos. Visualiza esa emoción no deseada. Dale forma, color, textura. De este modo te será más fácil mantener esa “conversación” con ella y decirle lo que sientes. 

  • Perdona con todas sus consecuencias. Sin condiciones. Estas son las reglas del juego. 

  • No esperes nada del otro. Responsabilízate de lo tuyo. Cada palo que aguante su vela. Cuando perdonas, el regalo es para ti.

  • No caigas en el victimismo. Es fácil, muy fácil. Nos sentimos, “tan desamparados”. 

  • Acepta lo ocurrido y sigue adelante con tu vida. Aléjate del rencor. Empieza a recordar lo sucedido sin que te duela. 

  • Di: “te perdono”, verás que es una experiencia liberadora porque rompe el vínculo con aquello que te hizo daño. 

  • Permite que lleguen a ti nuevas experiencias y emociones. 

  • Toma lo sucedido como un aprendizaje para que no te vuelva a pasar. Y ahora...

 

Deja ir esa situación que te hirió.

 

 

"El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra.

 Es dos veces bendecido;

 bendice al que lo da y al que lo recibe"

- W. Shakespeare -

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Viernes, 18 Septiembre 2020 07:31

¿DE VERDAD EXISTEN PERSONAS TÓXICAS?

Existe un término, deliberadamente perverso, que se ha asentado de forma natural en nuestro vocabulario: PERSONAS TÓXICAS.

Nos encontramos con infinita información, estudios sesudos, otros no tanto, grandes expertos y seguramente algún que otro listillo que se tira a la piscina haciendo clasificaciones, recomendaciones, mil y una teorías sobre lo que las personas inteligentes emocionalmente tienen que hacer para “manejar” (palabra horrible) a las personas tóxicas. Así, tal cual lo he visto escrito!

Cuando clasificamos a alguien de nuestro entorno con esta terminología, ¿qué estamos haciendo?.

.Los estamos etiquetando: “Los rasgos de las personas tóxicas son...”

.Nos estamos posicionando en un lugar de superioridad: “Aprende a manejar a una persona tóxica, identifícalas para alejarte de ellas, si te quieres, aléjate de ellas...”

.Nos convertimos en perseguidores desde una falsa situación de víctima: “Cuidado!!!, puedes estar siendo víctima de una persona tóxica...”

.Caes en la trampa de relacionar tu éxito personal con el alejamiento de personas tóxicas: “La gente exitosa maneja a las personas tóxicas...”

Contínuamente nos recomiendan que no nos acerquemos a los quejumbrosos. Que no sigamos sus comportamientos “irracionales”. Que no nos dejemos manipular por ellos. Que no nos roben nuestra felicidad. Y sobre todo, que ante este “tipo de personas” , si acaso, aprendamos a perdonar, pero nunca a olvidar (mala noticia, esto NO es perdonar. Muy pronto haré una reflexión sobre el PERDÓN).

A mí todo esto me resulta descorazonador. No porque me sienta en los mundos de Yupi, no porque la espiritualidad me haya calado tanto que me ha convertido en Buda, simplemente porque me hace reflexionar sobre este mundo cada vez más dual, donde nos sentimos con el derecho de decir que está bien y que mal, sin pudor, con el convencimiento de que mi verdad es LA VERDAD.

Seguramente todos y todas hemos encajado en ocasiones en alguno de estos perfiles.

Seguramente hemos sido impertinentes, antipáticos, iracundos o chupadores de energía.

Por eso, en lugar de hablar de personas tóxicas, con lo que supone que te clasifiquen así, ¿por qué no hablamos de SITUACIONES TÓXICAS?

Desde luego, para mí, entre personas y situaciones, estos son mis TIPS:

.-Es más lícito ponerle una etiqueta a una situación, a una escena determinada y lo que esta te provoca.

.-Es más factible gestionar una situación. Porque, ¿quién soy yo para gestionar a nadie?.

.-Es más fácil alejarte de esa situación concreta. Esto me molesta, me inquieta, me incomoda, y yo decido alejarme.

.-Podemos salir del victimismo si pensamos en una escena concreta. Si generalizamos y relacionamos ese sentimiento con la persona que participa en la escena, ¿a quién le estoy dando el poder?

.-Profecía autocumplida. Si enfocamos nuestra emoción en la persona, seguramente se cumpla “eso” que tanto tememos (seguro que se enfada, ya verás como monta el numerito, cuando le diga que no me va a gritar...)

.-No caemos en el engaño de poner el éxito personal en los demás. A veces pensamos que nuestro éxito profesional no se ha producido porque tenemos un jefe “tóxico”, o porque nuestras compañeras de trabajo son unas histéricas, ¿seguro?.

Preguntarnos para qué esa persona se comporta de esa determinada manera puede resultar difícil, cansado y hasta agotador, pero os aseguro que ayuda cuando nos situamos en una posición de igualdad. Cuando tomamos responsabilidad en el asunto y tomamos conciencia de lo que podemos o no hacer ante esa situación.

¿Difícil?, como siempre digo...Nadie dijo que fuera fácil!

En definitiva, alejarnos de esa terminología nos da paz, nos hace personas más compasivas, empáticas y...FELICES.

 

¡SALUD!

 

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