AUTORRELATOS
Hace unos días leí que en este país ya hay más cerdos que personas. Esta noche he soñado con cerdos.
No se llama bloqueo, ni hartazgo, ni aburrimiento, ni desazón ni procrastinación. Es no avanzar. Es no salir de la nube. Esa nube negra como el corazón del enemigo que acecha. Resistir es lo que queda cuando todo se ha perdido. Si pudiera volar, volaría. Si pudiera nadar, nadaría. Si pudiera correr, correría. Si pudiera desaparecer...
Como si fuese música. Como si supiera cantar. Como si el baile fuese lo que mejor se le daba en la vida. Es lo que quería. Tocar el ukelele como Marilym en “Con faldas y a lo loco”. Cantar como Chavela en “El último trago”. Bailar como Pina en “La consagración de la primavera”. ¿Quien era ella para impedirlo?.
En MAYÚSCULAS, negrita y subrayado. Tengo amigas que se llevan 20 años de diferencia de edad. Yo estoy en medio. Ahí, ojo avizor, entre unas y otras. Habiendo vivido lo que a algunas les falta, y expectante en vivir lo que otras ya han experimentado. Parecen muchos 20 años, quizás lo sean, pero pienso en ellas, y en esa especie…
Como en la película de Jim Sheridan, “Mi pie izquierdo”, siento que esa parte de mi cuerpo es la que cobra vida, la verdaderamente viva y verdaderamente muerta; verdaderamente enferma, pero la que tira de mi. Durante el día, duele. Durante la noche, anhela. En las vigilias, siente. En el sueño, hace sentir. Mi parte femenina se debate en una…